domingo, 29 de mayo de 2022

El afán por sobrevivir

Cuando Nadal iba perdiendo en el último abierto de Australia, le dije a Carmen que iba a dejar de verlo. «¿No conoces a Nadal? –me dijo– Acabará ganando». Le hice caso, lo vi y disfruté de su juego y su victoria. Nadal es un competidor nato, que une al afán por ganar la humildad del que sabe lo azaroso de su situación y la aceptación de la derrota. 

Porque la competición es eso: unas voluntades encontradas que tratan de llegar al máximo de su potencia en una contienda definitiva, tras las que sola una será la ganadora. En la Naturaleza todo es competición: en muchas especies, los machos luchan denodadamente por las hembras; en otras, la lucha es por el territorio y lo que el territorio da; y en todas, es una pelea sin cuartel por la propia vida y la supervivencia. Se ha dicho que el deporte de competición es una alegoría de la guerra, en la que dos equipos, como dos ejércitos, se enfrentan entre sí para dirimir un litigio, y que de ahí viene la capacidad de seducción que tiene en los seres humanos, tan obsesionados desde siempre con el conflicto entre lo propio y lo ajeno, pero yo creo que es algo más, y que el deporte es una alegoría de la vida, en la que suelen ganar los que más se preparan, los que más aguantan, los que más arriesgan, los que más capacidad de sufrimiento tienen, aunque sean los más débiles o, aparentemente, aunque no lo merezcan. 

El Real Madrid ganó anoche su 14ª Copa de Europa. Reconozco que soy del Madrid y que para mí fue algo especial, como lo fue para millones de madridistas. Pero antes de escribir esta pequeña entrada he leído varios periódicos deportivos internacionales y todos destacan el camino seguido hasta el momento de levantar el trofeo. Este año ha sido especial, no le cabe la menor duda a nadie: los adversarios han sido más poderosos que nunca y han jugado mejor, de manera que el Real Madrid ha estado al mismo borde de la muerte en numerosas ocasiones, pero este es un juego en el que influye la suerte y, sobre todo, el afán por sobrevivir, el mismo que la Naturaleza imprime a sus seres para progresar ella misma.