En el
Estado social, los impuestos son progresivos. Eso quiere decir que quienes más
tienen pagan más para que el Estado pueda atender con la dignidad que toda
persona se merece a los que tienen menos dinero. Para que la sanidad sea
gratuita, por ejemplo, y lo sea la educación, para que pueda haber carreteras
por las que circulen tanto los coches potentes como las bicicletas, para que
las plazas sean bonitas y disfruten de un buen paseo tanto los que pueden
costearse un patio muy grande como los que viven en un piso pequeño, para que
las playas estén limpias y en ellas puedan bañarse tanto los muy ricos como los
parados, para que los pensionistas puedan costearse viajes más baratos y, en
fin, para un montón de cosas más
Que sean progresivos quiere
decir que si eres muy rico pagas más que si eres rico, y si eres rico más que
ni no lo eres. Y quiere decir que si eres rico vas a tener las mismas
prestaciones públicas que si eres pobre. O que vas a tener menos prestaciones.
Y quiere decir que si eres muy
muy muy rico y no quieres pagar tantos impuestos te jodes y te aguantas, porque
los pobres son como tú, tienen la misma boca que tú y el mismo estómago, tienen
el mismo frío que tú y los mismos mocos cuando se resfrían, le duelen los
mismos huesos cuando se caen y tienen las mismas necesidades de cuidados que tú
cuando envejecen y chochean.
Y quiere decir que tú, por muy
muy muy rico que seas y, en consecuencia, por muchos impuestos que pagues, no
puedes decir que la culpa de que los pobres sean pobres es de ellos, porque no
trabajan, porque no estudian, porque no saben administrar el dinero o porque se
lo gastan en tonterías. No lo puedes decir ni siquiera aunque sea verdad,
porque tú no le puedes negar a nadie, a nadie, el derecho a vivir como un ser
humano, igual que no le puedes negar a ningún fumador el derecho a ser tratado
en un hospital de un tumor causado por el hábito del tabaco, ni le puedes negar
a un alcohólico el derecho a ser tratado de una cirrosis, ni a un drogadicto el
derecho a ser tratado por un experto por muchas veces que recaiga en su
adicción.
Tú, por muy muy muy rico que
seas, no tienes derecho a decidir lo que se hace con tu dinero. No lo tienes,
aunque tengas la certeza de que va destinado a pobres que no hacen lo
suficiente por dejar de ser pobres, porque esos pobres que tú minusvaloras
quizá han tenido menos posibilidades que tú para dejar de serlo y, en cualquier
caso, porque esos pobres son personas y ya está.
Los partidos de izquierda hacen
mucho hincapié en esto, y mí me parece bien, perfecto. Lo que no me parece tan
bien es que casi todo quieren solucionarlo con la progresividad de los
impuestos. Es decir, no me parece bien que prometan el oro y el moro a cambio
de que paguen más los que más tienen. Y que vuelvan a prometer más cosas a
cambio de que paguen más los que más tienen. Y que vuelvan a prometer más. Y
así una vez y otra, como si los ricos fueran un pozo sin fondo.
Fuente: INE. Pincha sobre la imagen para ver la página. |
Como los partidos de izquierdas
quieren que pague más quien más tiene para dárselo a los que menos tienen, y
nunca están bastante contentos con lo que pagan los ricos, no entiendo cómo se
puede ser, a la vez, nacionalista y de izquierdas. No parece sino que hay
pobres de distintas clases, dependiendo del idioma que hablen o de si están al
otro lado o a este de un río, del Ebro, por ejemplo, en cuyo caso ya no son
pobres de los otros, sino nuestros pobres.
En España, los partidos nacionalistas
de ámbito autonómico han echado mano continuamente del agravio que supone pagar
más teniendo más, como si eso no fuera lo justo. Y lo han hecho con el apoyo de
los partidos de izquierdas, que para colmo son los más nacionalistas, y, en
ocasiones, como en Cataluña, acudiendo a tópicos como que el dinero que ellos pagan se derrocha en otros territorios, como en Andalucía, como si ellos no
tuvieran corrupción, o como si los andaluces no fueran los más sufridores de la
corrupción de sus propios gobernantes.
Ahora, que tenemos en Cataluña
un problema, conviene recordar que casi todo empezó cuando Artur Mas le pidió a
Rajoy un modelo de financiación como el cupo vasco y recibió un no como
contestación. Después vino el injusto discurso del "España nos roba"
y el eslogan casi imbatible del "derecho a decidir", al que,
increíblemente, se sumaron los sindicatos de Cataluña y, en el colmo del
disparate, los partidos de ámbito estatal situados más a la izquierda, con
Podemos al frente, precisamente los que más hincapié debían haber hecho en que
el único derecho a decidir, el más democrático y social, el auténtico, es el
derecho a decidir de los pobres, el de los humildes, el de los parias del
mundo.
* Publicado en el semanario La Comarca