martes, 24 de septiembre de 2013

En terrenos de la Divina Pastora



                Mi Amigo Rafael, Terry (su perro) y yo fuimos el domingo pasado al sitio donde los vecinos de Villaralto celebran la romería de la Divina Pastora, situado a las mismas orillas del pantano de La Colada, al que se accede cómodamente por la carretera que une El Viso con Hinojosa del Duque (A-3281) o por la carretera que lleva directamente a la localidad de Villaralto (CO-9032), unas tierras que fueron donadas por doña Otilia Sánchez Fernández a la Hermandad y Redil de la Divina Pastora, según reza una inscripción realizada en un poste de granito que hay colocado allí mismo.
                 En el lugar no hay ermita ni santuario ni nada parecido, aunque no falta la techumbre con pinta de nave industrial que sirve para dar cobijo a la orquesta, a la misa y a otros elementos vulnerables de la romería que los villaralteros celebran el primer domingo de mayo desde no hace demasiado tiempo, por lo que detrás de la romería no está la leyenda del pastorcillo inocente sobre el que la Virgen ha obrado un milagro, sino el culto reciente de los vecinos de Villaralto, gentes casi unánimemente sencillas, muchas de ellas pastores, que vieron en esta advocación el referente más cercano para cultivar su fe y sus fiestas. 
 Como la pasada temporada de lluvias fue larga y provechosa y el pantano de La Colada sigue sin más utilidad que la paisajística, su lámina de agua está en una de sus cotas máximas, de manera que la explanada habilitada para la romería llega hasta la misma orilla. Eso y el hecho de que todo el recinto esté preparado para recibir a los romeros, mesas y bancos incluidos, convierten a este lugar en un recinto casi perfecto para que vecinos y visitantes puedan pasar un magnífico día de campo. Con el añadido de que desde aquí pueden realizarse multitud de rutas a pie, bien a la vera del pantano, bien hacia las localidades próximas de El Viso y Villaralto, o bien hacía el Oeste, donde se encuentran los pueblos más lejanos de Hinojosa y Belalcázar, alguna de las cuales hemos glosado en estas páginas.
 Antes de referirme brevemente a un par de ellas, quiero escribir unas cuantas líneas para hacer un elogio de los bienes públicos, otro más, aunque a algunos pueda resultarle pesado. En esta ocasión quiero referirme a los espacios dedicados a romerías, que son muchos en Los Pedroches, todos ellos ubicados en parajes especialmente hermosos (en altozanos o junto a arroyos, casi siempre), que en los últimos tiempos han sido mejor habilitados para el uso general y que siguen siendo objeto de disfrute un día o dos al año y poco más, cuando están ahí permanentemente a disposición de todos, y cuando digo todos quiero decir vecinos del pueblo, vecinos de los pueblos de los alrededores, forasteros en general y hasta extranjeros.

Hoy propongo dos caminos sencillitos, aptos para todo de caminantes, incluso para los que no caminan nunca, a fin de que quienes se acerquen a este hermoso paraje a tomar una merienda campestre puedan luego purificar su cuerpo con el castigo de hacer a pie unos cuantos kilómetros. El primero es de ida y vuelta, tiene en total unos diez kilómetros y nos llevaría a la localidad de Villaralto siguiendo la carretera CO-9032, que en realidad es un camino asfaltado, en regular estado y casi ausente de vehículos, aunque no está de más para estos casos ponerse un chaleco reflectante. 

 Ello nos permitiría visitar una de las localidades menos conocidas de Los Pedroches, donde dice la leyenda que se desarrolló el famoso milagro de las chispas (que Antonio Ruiz Rubio me contó hace muchos años en la vecina localidad de El Viso, de la que Villaralto dista no más de tres kilómetros, y del que yo hice una versión aumentada que se recogió en los Cuentos de Los Pedroches), pasearnos por sus calles, visitar el Museo del Pastor y tomarnos un café o un refrigerio en alguno de los bares del pueblo.

Algunas encinas están cargadas de bellotas
 La otra ruta tiene algo menos de seis kilómetros. Sale de la carretera de El Viso a Hinojosa poco antes del puente que cruza el pantano y discurre en paralelo a la orilla hasta toparnos con el camino de Velasco a unas decenas de metros del arroyo que los planos unas veces llaman Arenoso y otras Garrayo, sigue hacia el Este, en dirección a El Viso, y toma el primer camino a la izquierda para volver al pantano y al camino inicial, paralelo a la orilla. Fácil, cómodo y corto, apto para todos los públicos y muy bonito. 
Segundo camino propuesto
                 Como tanto Rafael como yo (Terry está siempre de acuerdo con lo que decidamos nosotros) somos un punto más exigentes los domingos por la mañana, hemos hecho unos cuantos kilómetros más de los que propongo para un día de campo. Y no digo más porque hoy sólo se trataba de predicar las bondades del paraje y de invitar a visitarlo. De hecho, a la vuelta, mientras tomamos un refresco bajo la techumbre protectora que en los días señalados ampara a los distintos oficiantes de la romería y al público en general, Rafael y yo nos hemos comprometido a volver con nuestras mujeres y con nuestros amigos. Tal vez en otoño, o en primavera, un domingo soleado de menos calor, cuando haya llovido y el campo esté verde.

viernes, 20 de septiembre de 2013

El derecho a decidir y la vuelta al almanaque zaragozano


        Hace falta que llueva. Se lo he oído a varios agricultores y ganaderos durante estos días y se lo he oído a mi padre. El año no viene malo de aceitunas y de bellotas, pero debe llover ya para que alcancen su tamaño y su calidad justa.

En mis paseos domingueros me he enterado, por ejemplo, de que el año pasado llovió de más y algunos terrenos se encharcaron, lo que impidió que crecieran y germinaran adecuadamente los cereales. Y también me he enterado de que el año pasado fue pésimo para la aceituna, que ni siquiera llegó a recogerse en la mayoría de fincas de Los Pedroches.
Amanece sobre Fuente La Lancha
 La vida de los agricultores y ganaderos es un sinvivir mirando al cielo. Cuando es verano porque es verano y no debe llover y cuando es invierno porque es invierno y debe hacer frío. Cuando no llueve porque hace falta que llueva y cuando llueve porque está lloviendo de más.

Mi abuelo materno, que era agricultor, compartía su tiempo entre la mirada al cielo y la lectura del almanaque zaragozano, que compraba inexorablemente cada año y al que colgaba con una guita de una alcayata en el salón, para tenerlo siempre a mano. 
Arroyo Guadamatilla el 15 de septiembre de 2013
 Mi abuelo no tenía seguros agrarios ni por entonces había Junta de Andalucía ni se pertenencia a la Unión Europea, es decir, que mi abuelo era un agricultor expuesto a la intemperie más absoluta. Ahora, los agricultores y ganaderos también están expuestos, pero ya no sólo miran al cielo, porque sus ingresos le vienen de la tierra (del cielo) y de las Administraciones, y todas las Administraciones chupan en materia agrícola y ganadera de la Unión Europea, que es la gran distribuidora de rentas agrarias.
 Por eso, al hilo de lo que está pasando en Cataluña, me imagino a los agricultores y ganaderos de aquella comunidad mirando expectantes, además de al cielo, a las calles y a los periódicos. Si como parece seguro, la salida de España supone la salida de la Unión Europea, los agricultores y ganaderos de una Cataluña independiente saldrían de la Política Agrícola Común (PAC) y de todo lo que significa. Y eso no se lo oído decir a ninguno de esos políticos que ahora propugnan tan románticamente el derecho a decidir (léase independencia). 
 El romanticismo tiene esas cosas, que es como el enamoramiento y ciega, especialmente cuando detrás sólo hay palabras lisonjeras. Los niños de los programas independentistas de TV3 no saben lo que es la PAC (ni el almanaque zaragozano) porque a nadie de los mayores que los educan les interesa que lo sepan, pero resulta extraño no oír las voces de personas que sí saben lo que es y lo que representa en relación con todo lo que está pasando en Cataluña.

Uno de estos días pasados oí en la radio a un residente de Cataluña, originario de otro lugar de España, decir que si Cataluña se separaba de España no passssaba naaada (así lo dijo, como mucho énfasis en algunas sílabas), y puso como ejemplo que en la provincia de Castellón una aldea se había separado del núcleo para formar un municipio nuevo y todo había seguido igual. El oyente en cuestión, evidentemente, no sabía lo que era la PAC. Es más, el oyente en cuestión no sabía que no se puede comparar un ayuntamiento (que mantiene el alcantarillado, el cementerio, el suministro de agua potable y otras competencias así) con el Estado (que tiene la Seguridad Social, las pensiones, el Banco Central y otras competencias del estilo). 
 


El oyente en cuestión debe de ser uno de los que se han conformado con las palabras del Sr. Mas sobre la utilización del euro en cualquiera de los escenarios posibles, como si la utilización del euro sin pertenecer a la Unión Europea (como hacen Kosovo, Montenegro, Andorra y otros) tuviera los mismos beneficios que si pertenecieras a ella, cuando no tiene ninguno. El oyente en cuestión no debe de saber lo que son los aranceles, ni el mercado único, ni la libre circulación de personas, ni la garantía de los depósitos bancarios, ni la deuda pública. Y no debe tener explotaciones agrícolas o ganaderas, porque no sabe lo es la PAC. O sí las tiene, pero prefiere el albur de las circunstancias del clima, que contrarresta consultando a su almanaque zaragozano, al trasiego de papeles de las subvenciones agrícolas.
 El oyente en cuestión, que parecía el prototipo de ciudadano medio de esa tierra hermosa llamada Cataluña, debe de creerse a pies juntillas lo que le dicen los líderes independentistas, que para ser independiente no hace falta ser grande, y que ahí están Bélgica o Luxemburgo para demostrarlo. No sabe que una cosa es ser soltero desde siempre (como Bélgica o Luxemburgo) y otra ser soltero después de pasar por un proceso de divorcio, especialmente cuando hay tantos intereses y tantos afectos compartidos. No sabe que en un proceso de divorcio hasta el cónyuge más rico sale perdiendo capacidad adquisitiva y hasta el cónyuge más herido y más frío debe superar un periodo traumático.
 En fin, que a la vista del suelo reseco y del Guadamatilla como un erial me he acordado de la PAC, del derecho a decidir y del zaragozano de mi abuelo, cuando hoy tocaba hablar de Fuente la Lancha y de la vereda de la Plata, que fue el camino que hicimos el domingo pasado. Lo dejaré para una mejor ocasión, que muchas habrá de visitar esa bendita tierra. A ver si para entonces ha llovido y puedo sacar alguna fotografía bonita de los campos verdes o de los arroyos corriendo. 


miércoles, 11 de septiembre de 2013

Por las ermitas de Santa Eufemia



                En el verano de Los Pedroches, el sol pega de plano en cuanto se levanta un poco del horizonte y a mediodía parece capaz de derretir las tejas. Andar más allá de las diez de la mañana es una temeridad, a no ser que se vaya por las sombras, y un poco más tarde ni las sombras pueden guarecer al caminante del hierro líquido que empantana el aire. Durante las horas medias del día, los habitantes de Los Pedroches se guarecen en sus casas, a esperar que escampe y a reparar con una buena siesta las vigilias de la noche, que está llena de ferias, de picadillo de tomate y de charlas.


            El que le tiene afición a los caminos no deja su quehacer en verano, pero lo adapta a la principal obligación del cuerpo, que es la supervivencia. Anda de noche, especialmente cuando la luna está llena, o de madrugada, procura evitar los caminos con arbustos y busca inevitablemente las sombras de las encinas. Como los caminos de sierra se vuelven imposibles, de tan calurosos, la única opción es la dehesa.
            Hemos andado en verano, por supuesto, pero siguiendo esos principios esenciales, por lo que hemos repetido las sendas, lo que es tanto como decir que hemos repetido la experiencia. Contar experiencias repetidas no es propio de esta página, en la que tengo dicho y redicho que lo peor que puede hacer un mortal es tirar el limitado tiempo de que dispone consumiéndolo aburrido (o aburriendo). El que escribe estas páginas prefiere dedicar el tiempo veraniego a alargar las siestas, a comer salmorejo y tomar cervezas frías antes que a ponerse delante del ordenador para narrar viajes sin historia.
            Pero ha pasado lo peor del verano y hemos vuelto a las andadas, dicho sea en todos los sentidos. El domingo pasado, de hecho, hicimos una ruta que puede resultar interesante para los amables lectores de esta página, especialmente si son amigos de echarse al campo, aunque advierto que tiene algunos tramos un poco complicados y que la parte última discurre por una carretera, mínimamente transitada, pero carretera al fin y al cabo.
            Dejamos el coche en la intersección del camino que los planos llaman de El Viso al Molino del Horcajo con la A-2300 (El Guijo-Santa Eufemia), debajo de una encina que hay a unas decenas de metros del asfalto. Estaba muy reciente el amanecer y las montañas de la sierra de Alcudia, que yacían medio dormidas frente a nosotros, eran aún manchas cárdenas en el plano herrumbroso del firmamento. Al principio caminamos hacia el Noreste, prácticamente de cara al sol, que por estos días se levanta del suelo un poco más allá de las sierras de Fuencaliente. La temperatura era excepcionalmente buena, casi fresca, magnífica para el hacer que llevábamos y para la conversación.
Ermita de la Virgen de las Cruces (del pueblo de Santa Eufemia)
             Un poco antes de los dos kilómetros, el camino se cruza con otro que viene de Este a Oeste. El caminante debe tomar el de la derecha (hacia el Este) y caminar por él alrededor de un kilómetro si quiere visitar la ermita de la Virgen de las Cruces (la de Santa Eufemia), que no sé por qué aparece en los planos del Instituto Geográfico Nacional como ermita de la Virgen de Atocha. Sobre la Virgen de las Cruces (de El Guijo y de Santa Eufemia) ya he escrito en esta página, así que a su enlace me remito. La ermita es una pequeña construcción con un porche desproporcionadamente grande que no le quita encanto, sino más bien al contrario, y está levantada junto a las ruinas de una construcción anterior y cerca del arroyo Valdefuentes.
            Frente a la ermita, y afeando el bonito paisaje (como sucede con casi todas las ermitas de Los Pedroches), hay una nave para festejar a cubierto lo que toda la vida se ha festejado al raso. En la pared frontera de la nave hay pegadas con cinta adhesiva varias redacciones de escolares que hablan de las vicisitudes por las que pasó el culto a la Virgen de las Cruces hasta que se construyó la ermita.
            El caminante debe dirigirse después hacia el lugar donde el río Santa María se une al río Guadalmez. Aunque hay algunas veredas que hacen más corto el trayecto, lo más cómodo es volver sobre los pasos y tomar de nuevo el camino del Molino del Horcajo, andar por él hacia el Norte hasta el río Santa María y seguir luego por la ribera de este o, bien, tomar un poco antes de llegar al Santa María alguna de las sendas que salen hacia el Oeste y llevan directamente al Guadalmez, que por este tiempo sólo tiene charcas. A la vera de este río, por su margen izquierdo, discurre una vereda estrecha que a veces sólo es un paso de ciervos y jabalíes, cuya presencia en forma de excrementos o de rascaderas descubre el caminante de poco en poco.
Desde donde se juntan los ríos hasta la ermita de Santa Eufemia hay poco más de dos kilómetros, más de la mitad de los cuales se andan en paralelo al imponente caz del molino del Donadío, que por algunos tramos va enmarcado por dos líneas de olivos. Poco antes del molino hay una noria con restos de algunos cangilones y la plataforma donde giraba el burro comida por las ramas de los árboles que la circundan, en especial de una higuera. Cerca del molino y de sus casas adyacentes, que son varias (el molino debió de ser muy importante), descansa la plataforma de un carro, entre cuyos hierros crecen varias matas de hinojo.
Ermita de Santa Eufemia
      La ermita de Santa Eufemia, que es más grande que la anterior, está al lado del molino y al lado, obvio es decirlo, de una nave que sirve para realizar los festejos a cubierto y que, obvio es decirlo también, afea bastante el paisaje. Los festejos a los que me refiero son los de la “Santa”, la patrona de Santa Eufemia, y se llevan a cabo el domingo de Resurrección. Según se desprende de la abundancia de hierba seca de los ruedos y por el hecho de que el pórtico está cerrado con una malla de alambre, el paraje no se utiliza fuera del día de la fiesta, lo cual es una lástima, pues es verdaderamente idílico.
        En la ermita de la Santa empieza el camino de vuelta, que es bastante más monótono que el de ida. De lo que queda, lo único resaltable de contar es que en la primera cuestecilla y a la derecha vimos lo que bien podría catalogarse como un bosque de cardos secos de distintas especies, dada la espesura y la superficie que cubrían. Hasta el coche quedaban algunos kilómetros, pero el camino era cómodo y, aunque el sol había empezado a apretar, no lo hacía con la tenacidad de los días pasados, de modo que en poco más de una hora recorrimos el tramo que nos quedaba hasta el coche, que, como creo haber dicho, habíamos dejado prudentemente a la sombra.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Reflexiones sobre la peatonalización de la calle Mayor y otras peatonalizaciones

1º.- Son muchas las acciones que se realizan en un comercio hasta que el producto se pone a la venta, de las que el comerciante es el único responsable y el máximo entendido. Pero la venta es sólo una parte de cada una de las operaciones que se realizan en un comercio. La otra, es la compra, y de la compra el que entiende es el cliente.
La misión del comerciante es saber vender y la misión del cliente es saber comprar. En los tiempos que corren, los clientes son muy entendidos de la parte del contrato que les afecta, la compra, y pueden dirigir sus pasos hacia un comercio o hacia otro.
Cuando se afirma taxativamente que quienes entienden de un comercio son los comerciantes, se está tomando una parte de la verdad (la venta) por el todo (la compraventa) y se está negando el papel que ejercen los clientes (la compra).
Aunque esta afirmación es una obviedad, no siempre se tiene en cuenta. De hecho, algunos comerciantes aseguran que quienes más entienden de su negocio son ellos, incluso suelen asegurárselo a sus clientes, que son quienes verdaderamente entienden de la parte más fundamental de él. Y, de hecho, no siempre se tiene en cuenta que los titulares de un comercio tienen la obligación empresarial de estar continuamente alerta, esto es, de estar continuamente adaptándose a los gustos de sus clientes potenciales.
O lo que es lo mismo, hay quien se cree que por el hecho de tener un comercio en una determinada calle va a tener los clientes asegurados y quien, por el contrario, intenta adaptarse a las demandas del mercado.

 
2º.- Generalmente, los comerciantes que durante años y años han recibido clientes por el hecho de tener un comercio en la única calle comercial del pueblo tienden a pensar que eso es lo que va a ocurrir siempre.
Pero ese “siempre” no existe, y mucho menos en estos tiempos, porque ahora hay otras calles comerciales, donde los comerciantes allí instalados han entendido desde primera hora que para vender deben ponerse las pilas y adaptar sus gustos a los del cliente, porque todo el mundo tiene coche y puede desplazarse a otras poblaciones de más habitantes y mayor oferta comercial y porque existe internet, donde se venden a precios muy bajos toda clase de artículos.


3º.- Los seres humanos tenemos gustos parecidos y gustos distintos. También los pueblos tienen gustos parecidos y gustos distintos. Porque existen caracteres y gustos distintos es por lo que puede decirse que cada pueblo tiene su idiosincrasia.
A los ciudadanos en general y a los comerciantes en  particular les gustan las calles peatonales en prácticamente todos los ámbitos culturales que son como el nuestro, por lo que la existencia o no de calles peatonales no pertenece al campo de los gustos distintos, sino al de los gustos compartidos. No parece lógico argumentar, por tanto, que Pozoblanco tiene una idiosincrasia especial para justificar que no se peatonalice una calle comercial, salvo que quien ello argumenta nos esté tachando de extremadamente raros.



4º.- El Ayuntamiento debe adoptar sus decisiones atendiendo a los intereses generales. La calle es de todos, como es de todos un camino público. Ciertamente, quienes tienen intereses especiales en una calle gozan de un derecho extra a ser escuchados, como lo tienen los titulares de fincas con acceso por un camino público. Ambos tienen derecho a organizarse para defender esos derechos especiales, tienen derecho a nombrar portavoces y a intentar influir sobre la entidad pública a la que corresponde adoptar la decisión. Pero tales organizaciones no pueden considerarse plataformas ciudadanas, que son transversales y abiertas, sino grupos de presión o lobbies.
No puede presentarse como una plataforma ciudadana lo que es un grupo de presión (lobby), por muy legítimo que sea, pues una cosa es el interés de los ciudadanos y otra el interés de los comerciantes, y ambos intereses pueden coincidir o no.


5.- Los grupos de presión tienen todo el derecho del mundo a aproximarse a los grupos políticos para intentar que sus intereses cuajen en una decisión política. Paralelamente, los grupos políticos tienen la obligación de escuchar las demandas de los ciudadanos, incluidas las de los constituidos en grupos de presión, para disponer la mejor decisión posible, que ha de atender siempre a los intereses generales.
La relación entre los grupos de presión y los grupos políticos, por tanto, es desigual, pues mientras los grupos de presión tienden naturalmente a utilizar a los grupos políticos éstos sólo deben limitarse a obtener de ellos información.
Ocurre, no obstante, que en el fragor de la batalla política (que siempre tiene un componente electoral) los grupos políticos tienden a utilizar a los grupos de presión como arma arrojadiza frente al adversario.
Por naturaleza, los grupos políticos que no gobiernan utilizan más a las plataformas ciudadanas y a los grupos de presión como arma arrojadiza contra el adversario que como elemento para una mejor decisión, porque así creen contar con los votos de los miembros de las organizaciones que apoyan sin tener que hacerse cargo de las consecuencias.


6.- Cuando la utilización entre un grupo de presión y un grupo político es en ambas direcciones, se corrompe el debate (eso hace que, por ejemplo, no sepamos si las firmas recogidas por la plataforma Calle Mayor fueron en contra de la peatonalización de dicha calle o fueron en contra del equipo de gobierno municipal) y se perjudican todos los intereses en juego:
                - El de los ciudadanos, que no queda adecuadamente representado.  
                - El del grupo de presión, que puede parecer contrario a los intereses generales.
                - El del grupo político, que a cambio de la captación de votos en el grupo de presión puede perder los votos de quienes tienen intereses distintos o ajenos.
                - El de la Democracia, pues se deteriora la imagen de las instituciones.

En el caso de la peatonalización de la calle Mayor de Pozoblanco, lo normal es que se empiece hablando del cierre al tráfico de la calle y se termine hablando de política.


7.- Siempre dudo de las cifras que vienen de fuentes fidedignas y nunca me creo las que salen de los interesados para adscribirse a un fin, porque entonces tienen valores meramente propagandísticos. Por poner un ejemplo, doy poco valor a los estudios que hacen las universidades sobre un determinado alimento cuando el encargo y la financiación han venido de una empresa relacionada con la venta de ese alimento.
Si desconfío de las encuestas que se hacen por las empresas de demoscopia con criterios objetivos, menos valor les doy a las que se hacen sin ningún rigor científico y sintiéndose presionado emocionalmente el encuestado.


8.- No se puede confundir una decisión manifiestamente mejorable con una decisión radicalmente errónea. Cuando lo que se reprocha es no haber urbanizado adecuadamente una calle peatonal, lo que debe exigirse es la urbanización adecuada de la misma, no su apertura a los vehículos.


9.- La crisis general ha contribuido a enturbiar el debate, y ahora no sabemos (porque es imposible saberlo) cuánto hay de crisis general de la economía en la bajada de ventas que dicen haber sufrido los comerciantes por la peatonalización de la calle Mayor.
En todo caso, creo que la frase de San Ignacio de Loyola “en tiempos de crisis (de tribulación, en realidad) no hacer mudanza” es aplicable a las crisis del alma, pero no a las económicas, que tienen más que ver con las crisis propias de la Naturaleza. En ésta, lo seres que quieren sobrevivir se ven obligados a cambiar, a mudar, a transformarse, a adaptarse a los gustos del ambiente en el que viven. Los que no se adaptan, no sobreviven, así de claro.
La crisis debe ser un motor de cambio para todos. Para los políticos, que deben ser más austeros y menos demagogos. Para los estudiantes, que deben aprender idiomas, estar dispuestos a viajar y adoptar los conocimientos que demanda el mercado laboral. Para los trabajadores, que deben reciclarse y ser más productivos. Para los empresarios, que deben salir a buscar nuevos mercados. Y para los comerciantes, que deben hacer cualquier cosa menos quedarse como estaban.


10.- El miedo a expresarse libremente existe en todas partes, especialmente en pequeñas comunidades ciudadanas como Pozoblanco, donde prácticamente nos conocemos todos.

Cuanto menos democráticas son las comunidades, más miedo se tiene a expresarse en contra de los que más organizados están o hablan más alto. La sociedad de Pozoblanco tiene muchas carencias democráticas. La relación de fuerzas entre los que están a favor de la peatonalización de la calle Mayor y los que están en contra no es proporcional a lo que se oye en la radio y se lee en la prensa. Mientras unos, con todo el derecho del mundo, defienden sus postulados en público, otros, con igual derecho, callan. Callan porque no quieren meterse en problemas, porque no quieren verse señalados o porque no desean encontrarse con una mala cara. 

* Pinchando sobre las imágenes se obtienen informaciones u opiniones sobre la peatonalización de la calle Mayor de Pozoblanco. Yo me manifesté en favor de la peatonalización mucho antes de que se produjera, en un artículo publicado en Los Pedroches Información, y cuando se produjo, con un artículo titulado El silencio de los peatones, publicado en La bellota que habla, web que ya no está operativa.